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¡El peligro de apoyarte en tu propio entendimiento!
(The Danger of Leaning on Your Own Understanding!)


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Por David Wilkerson
30 de Mayo de 1993
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Desde que era un niño, he conocido lo que es oír la voz del Señor.

Hace años, él me sacó por su voz de las colinas de Pennsylvania y fundar Desafío Juvenil (Teen Challenge), ahora un ministerio mundial para adictos y alcohólicos. Su voz me ha llevado alrededor del mundo, predicando a los perdidos en muchas naciones. Y esa misma voz me regresó a la Ciudad de Nueva York para levantar una iglesia en Times Square.

Tantas veces oí su voz tan claramente que aprendí a descansar en su palabra para mí - y siempre se cumplía.

Pero también he sabido lo que es estar confundido acerca de su voz. Ha habido muchas veces cuando oí una voz que pensé era la del Señor – pero nada venía de ella. Nunca compaginaba.

Muchos del pueblo de Dios han experimentado lo que estoy hablando. Otras voces se levantan dentro de nosotros para confundirnos - voces tan dulces y tan claras, pero con palabras que vienen a nada. A veces puedes haber pensado que el Señor estaba diciéndote de personas, eventos y circunstancias – cosas de las que estabas convencido - ¡pero no se pasaban como pensabas que las había oído!

De hecho, por una temporada, tantas cosas no se cumplieron que te desanimaste y te confundiste. Quizás entraste en un gran período de prueba acerca de la voz de Dios - ¡y te preguntaste si alguna vez conociste su voz en absoluto!

Muchos han clamado a él en oración: "¿Señor, por qué estoy teniendo tantas voces equivocadas? ¿Por qué no puedo oírte claramente? Estaba tan seguro que era tu voz - ¡pero no lo era! De hecho, a menudo las cosas han resultado lo contrario de lo que pensé que me habías dicho. Después de caminar todos estos años tan convencido, pienso que ya no conozco tu voz. ¿Qué está pasando?"

Cuando esto me pasó, el Espíritu santo cortésmente susurró a mi alma: "David, te he hablado, mientras me has buscado íntimamente y esperaste pacientemente que mi palabra llegara. Pero ahora, en tus 60s, ¡estás tratando de razonar las cosas! Has permitido que tu propio entendimiento tome una voz - ¡y está fingiendo ser mi voz!"

La Biblia habla claramente: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas" (Proverbios 3:5-6).

El Señor sabe que nuestro propio entendimiento es corrupto - egoísta, centrado en si mismo. No importa que hayamos nacido de nuevo y que la sangre de Cristo se haya aplicado a nuestro corazón. ¡Nuestro razonamiento permanece poco fiable!

Dios ha dicho: "Porque mis pensamientos no son tus pensamientos, ni tus caminos mis caminos, dice el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así son mis caminos más altos que tus caminos, y mis pensamientos que tus pensamientos" (Isaías 55:8-9).

Nuestro entendimiento humano es suspicaz, temeroso. Y muchas veces nuestro entendimiento se levanta y finge aún ser la voz suave y apacible del Espíritu Santo – ¡y empieza a descarriarnos!

Quiero mostrarte algunos de los peligros de apoyarte en tu propio entendimiento:


1. ¡Casi toda confusión acerca de oír la voz de Dios
viene de confiar en nuestro propio entendimiento humano!


Hay mucha confusión en la iglesia hoy con respecto a oír y conocer la voz de Dios. A dondequiera que vas, las personas están diciendo, "El Señor me dijo…" "El Señor dijo…" ¡Pero muy poco de lo que oyes de ellos es verdaderamente de Dios!

En cambio, meditan. Aclaran su mente, poniéndola neutral, y llegan a ser pasivos. ¡Y esa mente vacía y pasiva es fácilmente manipulada por la carne y el diablo! ¡Es tierra fértil para que Satanás entre y susurre cualquier cosa!

Cuando tales cristianos perezosos oyen una palabra, no la prueban por el Espíritu de Dios o su Palabra. No han aprendido a conocer su voz - ¡y piensan que todo lo que estalla en su mente es de Dios!

Nuestro entendimiento humano puede venir a nosotros como un ángel de luz, hablando clara y fluidamente. ¡Pero es nuestra carne - un fingidor de la voz de Dios!

Esto me pasó después que Dios dirigió nuestro ministerio a la ciudad de Nueva York y levanté una iglesia. Teníamos muy poco dinero. ¡Pero Dios nos había prometido que nos daría un lugar para rendirle culto que nos dejaría sin aliento!

Oré, "Señor ¿dónde podemos encontrar tal lugar?" Habíamos estado alquilando una sala de reuniones como cuartel temporal. Entonces note que un lugar estaba en venta - el Biltmore, un pequeño teatro en la Calle 47.

Ahora, ¡el Biltmore no era impresionante! Estaba destrozado con capacidad para aproximadamente 750 personas. Pero estaba disponible - por 2.5 millones de dólares. Una voz vino a mí, susurrando, "¡Éste es - ésta es tu nueva casa! ¡Reclámalo!" La voz era tan fuerte y tan clara - y vino a mí una y otra vez.

De hecho, no podía imaginar a Dios dándonos algo mucho mejor. Razoné, "Este es un milagro bastante grande para mí. Será un milagro más grande conseguir 2.5 millones de dólares. ¡Y 750 personas es mucha gente!"

Así que noche tras noche caminaba de un lado a otro del Biltmore, reclamándolo para una iglesia. Y todo ese tiempo, esa dulce voz angelical estaba susurrando, "¡estoy dándote el Biltmore!"

Bien - ¡Dios no nos dio el Biltmore! Oré, "Señor ¿de dónde vino esa voz - que urgía?" Dios me mostró - era la voz de mi propio entendimiento, mi propio razonamiento humano - ¡pretendiendo ser Dios!

Alabado sea Dios - hoy, adoramos en ese teatro prometido, que nos dejó sin aliento, el Mark Hellinger, ¡con capacidad para casi 2,000 - y lo poseemos libre y claro! Este era el plan de Dios desde el principio. ¡Pero no tenía la fe para creerlo! ¡Había estado confiando y apoyándome en mi propio entendimiento!

La Biblia nos da un ejemplo claro de este tipo de pensamiento en 2 Reyes 7, cuando la palabra del Señor vino a Eliseo en la hambrienta y herida Samaria. Toda la comida y el agua se habían terminado. Las cosas se habían puesto tan desesperadas que dos madres se habían vuelto caníbales, ¡acordando comer el hijo de cada una!

Entonces Eliseo se puso en pie y profetizó ante el rey y el pueblo: "Mañana por este tiempo una medida de harina fina será vendida por un siclo, y dos medidas de cebada por un siclo, a las puertas de Samaria" (2 Reyes 7:1).

¡Ésa era la voz de Dios! Pero la palabra fue demasiado asombrosa para el funcionario real que era guardián de la puerta de la ciudad. ¿Harina y cebada baratas? ¿Iban éstas a aparecer de la noche a la mañana, cuando no había nada en absoluto a la vista - incluso ni una taza de grano?

La comprensión humana del guardia se elevó - y dijo burlonamente: "Mira, si el Señor hiciera ventanas en el cielo, ¿esta cosa podría ser?" (Versículo 2). En otras palabras, "La única manera que esta profecía pueda cumplirse es si Dios abre los cielos y literalmente llueva grano sobre nosotros. ¡Es totalmente imposible!"

A menudo, cuando Dios nos habla, su palabra para nosotros es tan maravillosa, increíble y llena de vida que ¡no podemos aceptarla! Así que nuestra carne - nuestra comprensión humana – se levanta y asume una voz. En lugar de simplemente descansar y confiar en su palabra, comenzamos a apoyarnos en nuestro propio pensamiento. Nos preguntamos, "¿Cómo puede suceder esto? ¡Sería humanamente imposible!" De repente, hemos construido parámetros para Dios - ¡lo cercamos con seto por todos lados!

Amado, ¡nuestra comprensión humana siempre limita Dios! Dios le dijo a la anciana Sara que tendría un hijo y llegaría a ser madre de muchas naciones. ¡Qué increíble y gloriosa palabra! Pero la comprensión humana de Sara rápidamente se levantó y dijo: "¿Yo, una madre a los 100 años? Porque, mi útero está muerto. Mi marido es un hombre viejo. ¡Es imposible!" ¡Ella se rió de pensarlo!

¿Alguna vez Dios le ha dicho algo que parecía tan imposible como eso? ¿Le creyó, confiando en el resultado en su tiempo y manera? ¿O se rió de esa idea, apoyándose en su propia comprensión y mirando las circunstancias en lugar de confiar en su Palabra?

Querido santo, ¡tienes que volver y creer lo que Dios te ha dicho! No debes perder su palabra para ti - ¡aquello que una vez habló vida a tu corazón! Dios es aún más grande que la promesa que te hizo. ¡Él es más capaz que cualquier cosa que hayas oído aún!

De hecho, ¡es su placer abrir las ventanas de los cielos a sus santos! Él está en el negocio de enviar milagros, haciendo lo imposible. "Probadme ahora en esto… si no abriré las ventanas de los cielos, y derramaré bendición hasta que sobreabunde" (Malaquías 3:10).


2. ¡Apoyarnos en nuestro propio entendimiento
es la causa de juzgar mal a otros cristianos!


Pablo dijo: "Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad." (Romanos 2:2).

Dios juzga por el corazón - pero el hombre juzga por las apariencias, con su propia comprensión humana, corrupta. ¡Y hay tanto mal juicio por cristianos – hacia otros cristianos! La mayoría es dañino, perjudicial, y totalmente innecesario.

Tengo que admitir, que he sido culpable de esto a veces. Hace pocos años, una joven señora vino a nuestra oficina por consejo. Había una oscuridad en sus ojos. Su voz era baja e impasible. Mi primera impresión fue, "Ella es lesbiana. Sus ojos son malos, presentí. He visto esta mirada antes. ¡Tiene que estar involucrada profundamente en el pecado para tener esta mirada!"

Pero en cinco minutos, estaba llorando internamente - ¡porque comprendí lo mal que la había juzgado! Había estado leyendo su apariencia exterior - y aún, en realidad, sus ojos oscuros reflejaban largos años de pena y sufrimiento. Era una piadosa guerrera de oración que de hecho nunca había estado envuelta en sensualidad. ¡Estaba casada con Cristo! ¡Qué vergüenza sentí!

En otra ocasión, suavemente reprobé a una mujer en nuestra iglesia por usar lentes de sol oscuros. Mi entendimiento humano me susurró, "Está intentando ser 'la chévere' - para parecer más joven de lo que es." Cada vez que la veía, llevaba puestas esas gafas oscuras. Así que le dije finalmente, "¿Por qué las gafas oscuras? ¿Está intentando ser 'la chévere'? Los usas incluso en la iglesia."

Su respuesta me humilló: "Lo siento si le ofenden. Son las órdenes del doctor - mis ojos son sensibles al sol y al polvo. Sin ellos, mis ojos se inflamarían y cerrarían. De otra manera, nunca los usaría."

La había juzgado totalmente mal - ¡incluso al punto de una mala conclusión! Un hombre joven vino a mi oficina hace algún tiempo para decirme cómo Jesús le había liberado de una terrible adicción a la cocaína. Su negocio había estado cayendo, porque usó todo el dinero que había ganado para comprar crack.

Finalmente, su adicción le llevó a ver visiones temibles de actividad demoníaca. Acostado en cama, veía símbolos ocultistas quemados en las paredes de su alcoba. Caras de personas aparecían en ellas, y sus carnes se derretían, dejando horribles cráneos.

Una noche tuvo una visión espantosa. Estaba rodeado de su familia que estaban todos mirando hacia abajo para mirarlo. ¡Se dio cuenta que estaba en su funeral - y que estaba muerto!

Una joven mujer de nuestra iglesia había estado orando por este joven y testificándole. Poco después que él tuvo esta visión, ella lo llamó y le dijo, "El Señor me mostró que tienes sólo dos semanas de vida." ¡Él sabía que Dios estaba diciéndole que la muerte estaba a la puerta!

En total desesperación, cayó en el suelo de su sala y clamó, "Oh Dios, estoy desvalido contra esta droga infernal. ¡Está agobiándome! Si eres real, si lo que ella dice es verdad, tienes que revelarte a mí. Por favor, ¡ayúdame!"

De repente, el cuarto se inundó de luz. ¡Él sabía que era sobrenatural! Podía sentir la presencia de Dios alrededor de él, cuando la luz se fue, sabía que tenía que regresar a su cuarto - pero no quería ver más aquéllos símbolos ocultos ardiendo. Así que decidió colgar cuadros dónde los símbolos habían aparecido en las paredes.

Tomó un martillo y un clavo en cada mano. Cuando miró los clavos en las palmas de sus manos, oyó que Jesús le dice:"Mis manos cicatrizadas traspasadas por clavos te dan poder sobre tu adicción. Confía en mí – no continúes tu batalla, porque ya la he ganado en la cruz, ¡puedes ser libre!"

¡Su deseo por el crack fue quitado inmediatamente! Y durante los últimos dos años aquel joven ha asistido a nuestra iglesia, creciendo en Cristo. ¡Qué testimonio increíble para Dios!

Pero hace unos meses, este mismo joven me dijo algo que realmente probó mi teología. Me dijo que estaba pasando por un bar nudista cuando sintió un gran deseo de entrar. Pero no era un deseo lujurioso, carnal. Me dijo: "Sabía que no era el diablo - así que entré. Pero pensé, "¿Qué estoy haciendo aquí? ¡Esto no puede ser de Dios!"'

Una joven actriz se sentó al lado suyo y dijo, "No pareces pertenecer aquí. Eres diferente." Así entablaron una conversación.

A estas alturas de la historia, pensé, "Este muchacho está por perderme. ¡O es increíblemente ingenuo o sólo es salvo a medias!"

Entonces dijo que él y la muchacha acordaron encontrarse afuera, y dieron un paseo. Él le dijo sobre su liberación, cómo Jesús lo había liberado del crack.

La muchacha confesó, "No me gusta lo que estoy haciendo. ¡Tengo que renunciar! Tomé el trabajo porque no tenía dinero y no podía encontrar otra manera de sobrevivir. ¡No me siento a gusto con esta multitud!"

¡Ella renunció - y entrego su corazón al Señor! Poco después, ella y el joven se casaron. ¡Ahora ellos vienen a la iglesia encendidos por Dios!

Pero, todo el tiempo que este joven estuvo hablando, yo estaba pensando, "¡Oh, no! ¿Cómo podía ser esto?" Pensé en todo tipo de Escrituras para juzgar lo que él me dijo.

Pero cuando estuve a punto de desmentir todo, otra Escritura vino a mi mente. Recordé lo que Dios le había dicho al profeta Óseas: "Dijo Jehová a Óseas, Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación… ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera" (Óseas 1:2, 3:1). Dios estaba diciéndole, en otras palabras: "¡Ve, busca una ramera y cásate con ella!" Esta muchacha no era una ramera - pero estaba en un ambiente que se presta para la prostitución. ¡Allí se fue todo mi juicio!

¡Cuán verdadero es que los caminos de Dios son superiores a nuestros caminos, sus pensamientos sobre nuestros pensamientos! ¡Sus caminos están más allá de nuestra “búsqueda”!

Pablo nos amonesta: "¿Por qué juzgas a tu hermano? O tú también ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo… De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí" (Romanos 14:10,12).

Pablo está diciendo, "Tienes un trabajo lo suficientemente grande en tus manos para juzgar tu propio corazón. ¡Mas vale que dejes de preocuparte por el de los demás!"

No quiero estar de pie ante el tribunal de Cristo y temblar cuando vea a las personas a quienes juzgué mal siendo llamadas por él como sus amados. He pensado en muchos santos, “hay algo en su espíritu que no me da testimonio. ¡No estoy a gusto alrededor de ella!" Pero cuando Dios abre los libros y soy juzgado, ¿qué me dirá por confiar en mis propios juicios - mis propios temores humanos y conclusiones que fueron tan equivocadas?


¡Jesús fue juzgado mal completamente
por los escribas y fariseos!


Llamaron al Hijo de Dios un bebedor de vino, un amante de las fiestas, - ¡uno que estaba ligado con el diablo! ¿Cómo podía alguien alguna vez juzgar peor que eso?

¡Cristo conocía el poder deslumbrante de tal juicio! Él advirtió: "No juzguéis según las apariencias, sino con justo juicio" (Juan 7:24).

Vamos a juzgar con justo juicio - ¡y no de nuestra propia mente carnal! Cuando Dios nos muestra algo, es para que reflexionemos en nuestro corazón y oremos.

Dios da a algunas personas un agudo espíritu de discernimiento. Aquéllos que están en intimidad con Jesús saben por su Espíritu cuando el mal está presente en alguien. Lo registra su mente espiritual.

Pero el don de discernimiento nunca debe ser usado para esparcir el pecado de alguien o destruir la reputación de una persona. ¡Eso hace al que discierne un peor pecador que al que tiene un espíritu malo!

He oído decir, "Todas las mujeres tienen una intuición natural. Pueden decir cuando una persona tiene mal en su corazón." Una mujer me dijo una vez, "¡Nunca me equivoco! Una alarma siempre suena en mí cuando estoy alrededor de alguien que es un farsante."

Lo siento - ¡no compro eso! La Palabra dice, "No confíes - ¡es tu propio entendimiento humano!"

Jesús dijo: "¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?" (Juan 7:51) En otras palabras, ¿nos atrevemos a juzgar a cualquiera antes de que lo conozcamos, le hablemos, y veamos lo que es?

Otra de las advertencias de Jesús que penetran profundamente en mi espíritu: "No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el mismo juicio con que juzgáis seréis juzgados: y con la misma vara con que medís seréis medidos" (Mateo 7:1-2).

Justo cuando cuestionas la espiritualidad y sinceridad de otra persona, ¡otro está cuestionando la tuya! Te aseguró - ¡si lo repartes, se te devolverá!


3. ¡Apoyarnos en nuestro propio entendimiento
nos lleva a malinterpretar los caminos
y el obrar de Dios en nuestras vidas!


En este mismo momento, ¡un gran número de siervos escogidos por Dios están siendo penosamente probados! Quizá tú estás siendo agobiado ahora mismo por aflicciones repentinas, feroces pruebas, increíbles momentos de tensión. Tu prueba podría ser espiritual, financiera, emocional.

Quizás mientras lees este mensaje, te has convencido que estás bajo juicio - bajo la ira y vara de Dios. El pensamiento viene a ti una y otra vez: "¡Estás pasando por esto porque le has fallado a Dios! ¡Estás en el fuego de la aflicción porque él te ha entregado al diablo para que te castigue!"

Amado, cuando estás pasando por el fuego o la inundación, ¡no te atrevas a confiar en tu propio entendimiento! No puedes razonar tu salida a través de tiempos duros. ¡Tus propios pensamientos sobre tu prueba te engañarán!

¿Cuál es la mente de Dios, su Palabra, concerniente a tus problemas y pruebas presentes?

El escritor de Salmo 66 dijo: "Porque tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata" (Salmo 66:10). Él está diciendo, "'¡Esto es todo obra de Dios! ¡Él te ha llevado a esta prueba, con un propósito especial! Dios está probándote - no es obra del diablo."

No importa por lo que estás pasando, puedes tener la seguridad: ¡El Señor está detrás de esto – él está probándote! Él está probándote para sacar algo glorioso de ti - y eso es, ¡una confianza total en su fidelidad!

Pero entonces el escritor del salmo va más allá: "Nos metiste en la red; pusiste sobre nuestros lomos pesada carga" (verso 11). ¡Dice que fue Dios quien lo llevó a la red! Dios puso esa pesada carga en ti. ¡Es él quién te aplastó!

"Hiciste cabalgar sobre nuestras cabezas; pasamos por el fuego y por el agua" (verso 12). Dios permitió que otros caminaran sobre ti, que se aprovecharan de ti. El Señor permitió que pasaras por el fuego llameante y grandes diluvios. ¡Todo esto es Dios obrando en ti!

Nuestro entendimiento humano no puede comprender tal cosa. Nuestro razonamiento nos dice: "¡El diablo está tratando de matarme! Me ha puesto aflicciones y grandes cargas. ¡Está tratando de hacerme naufragar!"

Pero, de tapa a tapa, la Biblia aclara que todas nuestras pruebas y dificultades vienen del Padre - ¡no de Satanás! "Y volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré toda tu impureza" (Isaías 1:25).

He dejado de preguntarle a Dios por qué tengo que pasar a través del fuego e inundaciones - porque a través de todos ellos, estoy aprendiendo algo de sus caminos. Dios nos dice: “… no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos" (1 Pedro 4:12-13).

Amado santo, deja de tratar de deducir tus pruebas. Deja de preguntar, "Dios, ¿por qué tengo que soportar esta batalla?" Pon a un lado tu razonamiento humano - y descansa en este pensamiento: "Dios está haciendo algo en mí. ¡La mano de Dios está en esto!"

No puede gustarte la prueba en que estás - puede parecer agobiante. Pero Dios nunca te ha dejado solo en tu prueba. ¡Incluso cuando sientes que le has fallado, ¡Dios está allí todo el tiempo!

El escritor del salmo dijo: "Él es quien preservó la vida a nuestra alma, y no permitió que nuestros pies resbalasen" (Salmo 66:9). Él estaba diciendo, "¡Dios está sosteniendo mi alma en su vida! Él no dejará que mis pies resbalen. ¡Él está sosteniéndome hasta que todo esto pase!"

Él salió de su prueba lleno de fe, proclamando, "Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que ha hecho a mi alma." (verso 16). Estaba diciendo, ¡Reúnanse alrededor he tenido una gran liberación! ¡Quiero testificar de las grandes cosas que Dios ha hecho por mí!"

Aquí está el testimonio de aquéllos que no se aterran, sino que confían en Dios completamente: "Y nos sacaste a abundancia" (verso 12).

Amado, no escuches lo que tus temores puedan susurrarte. Olvídate de tratar de entenderlo todo. Sólo esta quieto, confía - y ve la mano de Dios obrando.

Él te sacará de todo esto a un lugar fructífero. ¡Y estarás ardiendo con un testimonio de la absoluta fidelidad de tu Dios! ¡Aleluya!

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